Nápoles crece prisionera entre las montañas y las aguas del golfo, a la sombra inquietante del Vesubio que sólo está a 12 kilómetros de distancia. Nápoles, la capital del profundo sur italiano resulta para muchos una ciudad portentosa, donde los griegos dejaron para siempre los rasgos de su cultura y su carácter y los romanos su gusto por el lujo. Mezcla de todos los pueblos que la conquistaron, Nápoles se abre como un brillante poliedro de mil caras.
Al norte de Nápoles, el viajero entra en un paisaje de fuerte carácter agrario que sirvió de despensa a Campania. Carlos III mandó construir el descomunal palacio de Caserta para que albergara a la corte durante los calurosos veranos. El palacio está considerado la obra maestra del arquitecto Vanvitelli.
Muchos identifican a Capri con la Isla de las Sirenas de las leyendas griegas, cuyo hechizo pudo sortear Ulises. Y tal vez sea cierto porque a lo largo de su historia parece como si un hechizo siguiera atrayendo a visitantes de todos los tiempos y culturas. Lo cierto es que su extraña belleza ha seducido a grandes personajes.
De Sorrento a Salerno las montañas se encuentran bruscamente con el mar formando un sin fin de entrantes y salientes, de acantilados con amplias perspectivas, pueblos trepadores por las montañas, casas de pescadores y de artistas. En la costa amalfitana pervive un concepto del ocio y del placer en el que se dan cita todas las artes para crear una estética depurada unida a la naturaleza.
Nápoles (en napolitano Napule, en italiano Napoli) es la ciudad más poblada del sur de Italia, capital de la región de Campania y de la provincia de Nápoles. La ciudad de Nápoles administrativa tiene algo menos de 1 millón de habitantes que unidos a los de su área metropolitana, se elevan a 4,4 millones. Sus habitantes reciben el gentilicio denapolitanos. Está situada a medio camino entre el monte Vesubio y otra área volcánica, los Campos Flégreos.
Tiene una gran riqueza histórica, artística, cultural y gastronómica, lo que llevó a la Unesco a declarar su centro histórico Patrimonio de la Humanidad. Griegos, romanos, normandos y españoles han dejado su huella en la ciudad. De mano de los últimos, la ciudad fue el centro político del reino borbónico de las Dos Sicilias. En el siglo XX, primero durante el fascismo y en la reconstrucción subsiguiente a la Segunda Guerra Mundial se construyó gran parte de la periferia. En las últimas décadas, Nápoles se ha dotado de una zona comercial con rascacielos e infraestructuras como el TAV a Roma o una red de metro en proceso de expansión. Por otra parte, también le acucian grandes problemas como el crimen organizado, muy presente en la vida de sus habitantes y que constituye un freno al desarrollo económico y social; o de otra naturaleza, las fuerzas telúricas: la ciudad ha sufrido grandes terremotos y la actividad volcánica es vigilada constantemente.
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