A lo largo de seis mil kilómetros de costa se extienden más de mil islas croatas, de las que sólo unas cincuenta están habitadas.
Bañadas por el mar Adriático, donde se funden las esencias de la civilización occidental - Grecia y Roma - aún resuenan ecos de mitos y leyendas:
Como la de Ulises, retenido por el amor de la ninfa Calipso durante siete años en Ogigia, que tradiciones locales sitúan en la isla de Mljet, al sur de Dalmacia.
Jason y el Vellocino de oro es otra leyenda que transcurre en parte aquí, en las islas de Kvarner, llamadas en otro tiempo Apsyrtides. Estas surgieron de los pedazos del cuerpo de Apsirto, lanzados al mar tras ser asesinado por su hermana Medea al ayudar a Jasón en la lucha por el ansiado trofeo.
Tierras que vieron nacer al fundador de la pequeña república de San Marino, un cantero de Rab.
Islas donde el espíritu del Renacimiento dio luz a creaciones y personajes singulares que, como Marco Polo, abrieron otros horizontes y otros destinos para el hombre de la nueva Europa.
Maravillas que se encierran en unas Islas surgidas - como su bella estatua griega "Apoxyomenos" - de un mar limpio, tranquilo y transparente..
Croacia, con el Mar Adriático en el Oeste bañando sus costas, limita con algunos de los países que durante años formaron parte de la antigua Yugoslavia. Con Hungría, ligada a estas tierras durante el siglo XIX cuando Croacia estuvo bajo el poder del Imperio Austrohúngaro. Y con Italia y Venecia, que igualmente ejercieron su dominio en estos lugares
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